MISCELÁNEA DE PENSAMIENTOS HERMÉTICOS. Francisco Ariza

domingo, 24 de septiembre de 2017

LA OCLOCRACIA O EL "GOBIERNO DE LA MUCHEDUMBRE"

El historiador grecorromano Polibio, basándose en “El Político” de Platón (302b/ 303d), denominó con el término Anaciclosis la aplicación de las leyes cíclicas a las distintas formas de gobierno, que son fundamentalmente tres: la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia. Cada una de ellas tiene su reverso negativo y degenerado, respectivamente: la Tiranía, la Oligarquía y la Oclocracia. Esta última quiere decir “gobierno de la muchedumbre”, o de la “masa”, una de cuyas características más notorias es la demagogia y el populismo. Si la Democracia es el “gobierno del pueblo”, la Oclocracia es el “gobierno de la muchedumbre”, si bien decir “gobierno” en este caso es de hecho una contradicción en los términos. Finalmente, la Oclocracia es lo que más se acerca a la noción de “caos” y “desintegración social”.
La sociedad occidental, salida de las “revoluciones burguesas” de los siglos XVII y XVIII, eligió la Democracia como forma de gobierno, que es por cierto y por cuestiones cíclicas la más adecuada para estos momentos de la Historia. Pero ya desde sus comienzos la Democracia siempre ha estado tentada por su reverso negativo, y ejemplos hemos tenido muchos en este espacio de tiempo. Pero es hoy en día, y coincidiendo con la globalización del mundo, cuando la Oclocracia, el “gobierno de la masa”, está más cerca de hacerse realidad, y revestido con los nombres e “ideologías” más variadas, aunque todas se identifican en la demagogia y el populismo. ¿Es un síntoma más de un fin de ciclo anunciado?
NOTA: Todo esto que decimos se refiere en realidad a la doctrina de los ciclos cósmicos, que es muy antigua y presente en muchísimas culturas y tradiciones. Por decirlo de una manera muy resumida, cada cierto periodo de tiempo el mundo se ve sometido a cambios muy profundos, el más grande de los cuales es el que implica a la humanidad entera. Por todos los signos que vemos a nuestro alrededor pensamos que el próximo fin de ciclo implica precisamente a nuestra humanidad actual. San Juan, en el Apocalipsis, lo expresa de manera simbólica, y muy clara a nuestro entender, cuando anuncia que ha visto "un nuevo cielo y una nueva tierra", refiriéndose sin duda al comienzo también de una “nueva humanidad”.
Si hemos señalado la Oclocracia es porque ella constituye un síntoma de este fin de ciclo. Esta se ha dado muchas veces a lo largo de la Historia, y significa la degeneración total de una civilización, y por tanto su desaparición. Pero, debido precisamente a la globalización, esa Oclocracia es también global, o sea que ya no atañe a una civilización determinada sino a la humanidad entera.
Solo hay que ver la deriva del mundo actual, y la “falta de esperanzas” en un futuro cada vez más incierto, para darse cuenta de que son inminentes acontecimientos muy importantes para el conjunto de nuestro mundo, aunque esa inminencia, cuando se trata de los ciclos cósmicos, puede tardar todavía un cierto tiempo en manifestarse. Como se dice también en los Evangelios “sólo el Padre sabe el día y la hora”. Francisco Ariza